Ayúdame a ver
- Sergio M. Sánchez
- 23 mar
- 1 Min. de lectura

Ayúdame a ver,
si puedes,
la libertad que encierra el silencio
cuando el ruido consume la calma
¿existe realmente descanso?
Puedes mirar al mundo
tan despacio,
inténtalo conmigo,
para distinguir
la velocidad de la crisálida
o los racimos grises
transportando oxígeno puntiagudo
para la boca salada que pide cantar,
inténtalo y sonríe.
Ojalá hubiera una señal
un fuego lento
casi apagado
que llamara a la muerte
en este sitio con tanta quietud,
una nana que silbe en completo silencio
para los cuerpos mudos
que aún siendo cautivos del zumbido
—como los héroes cautivados
por el enmudecido gorjeo de las sirenas—
recordáramos atados
el respirar de los árboles
sabiéndonos dirigidos
hacia una quimera consumida,
si su canto agónico fuera capaz
de carbonizar el mutismo,
quebranto de este sosiego,
y reavivar el vacío bajo los pies
de la ceniza que atesta mi suelo.
Si al menos una rama siguiera crepitando
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