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¿Quién está detrás del auge del neoliberalismo conservador?

«Si quieres conocer la verdad sigue el rastro del dinero». El nuevo auge del conservadurismo ha pasado a convertirse en una realidad latente en esta última década. En parte, por contraposición a las políticas sociales y progresistas que adoptaron los distintos gobiernos desde que se asentaron las bases democráticas, el discurso conservador está viviendo un ‘nuevo amanecer’. Pero esta vez es distinto.


las caras de Atlas Network
las caras de Atlas Network

Esta ‘nueva derecha’ es un batiburrillo de ideas que ponen de acuerdo a Dios con la mano invisible. Familia y Patria siguen siendo los pilares fundamentales de su credo, pero ya alejados por completo de las políticas proteccionistas ―las que abrazaba el conservadurismo de principios del pasado siglo―. Ahora la filosofía del libre mercado se ha convertido en la argamasa de sus fundamentos.

Este neoconservadurismo libertario está viviendo su nacimiento en gran parte del mundo, pero el caso más significativo lo encontramos en la mayoría de los países de Latinoamérica. Lo vimos recientemente en Brasil con la caída de Dilma Rousseff en 2016 y la posterior llegada de Bolsonaro, con el gobierno del empresario Sebastián Piñera en Chile, con la actual revolución política de Bukele en El Salvador o con el polémico gurú de neoliberalismo Javier Milei en Argentina.


Europa, por su parte, también vive su ‘gran oleada’. En España el ejemplo más representativo es Vox, habiendo aglutinado en forma de votantes el descontento de la derecha más ultramontana. Y es que Vox, con Santiago Abascal como absoluto líder, tiene socios por toda Europa. Desde la cuenca del Mediterráneo con la italiana Giorgia Meloni a la cabeza, pasando por la Hungría de Viktor Orbán o, hasta hace un año, la Polonia de Mateusz Morawiecki ―cuyas políticas antiinmigración marcan tendencia entre la extrema derecha europea― hasta Finlandia, que siempre fue un bastión progresista y ahora tiene el gobierno más conservador de su historia con Petteri Orpo como Primer ministro.

Este gran renacer del conservadurismo y su mezcla con las políticas neoliberales no tiene nada de casual. Y es que, los conservadores estadounidenses llevan desde principios de los 80 generando el caldo de cultivo perfecto para esta revolución liberal mediante los lobbies en forma de Institutos de pensamiento o think tanks instaurados por toda Europa y Latinoamérica.


Hablemos de La Red Atlas

               Atlas Network es una de las organizaciones con más peso e influencia de todo el globo. Su actividad consiste en distribuir y promocionar las ideas del libre mercado como si de bienes de consumo se tratasen utilizando la influencia de sus miembros en los distintos sectores estratégicos. Políticos, grandes empresarios, influyentes economistas, comunicadores…muchos de ellos forman parte de esta red.

Atlas Network se fundó en 1981, pero su historia comienza bastante antes. Anthony Fisher tenía como sus dos grandes referentes a los economistas liberales Friedmann y Hayek. Su intención era difundir sus ideas por todo el mundo, pero para ello su gran ídolo le aconsejó ―en una entrevista en la que Fisher le propuso a Hayek entrar en política― que la mejor forma de cambiar el mundo era ‘de abajo hacia arriba’.

Milton Friedman
Milton Friedman

En la década de los años cincuenta Anthony Fisher amasaría una gran fortuna con su empresa de cría de pollos Buxted Chickens lo que le llevaría a fundar en 1955 el Institute of Economic Affairs (Instituto de Asuntos Económicos), una fundación que tenía como objetivo principal la difusión de las ideas de Friedmann y de la Escuela de Chicago en contra del estado de bienestar británico. Proyecto que logró llevar a cabo junto con un grupo de pensadores y que le proporcionó una amplia red de contactos entre las distintas esferas del mundo político y empresarial. Según diversos periodistas de reconocido prestigio, como el estadounidense Lee Fang, en esta época ya comenzó a contar con el apoyo económico de gigantes industriales como British Petroleum o entidades bancarias como el Barclays Bank de Londres.


La gran crisis de los 70s

               Tras el final de la II Guerra Mundial se instaló en la mayoría de los países el keynesianismo como modelo económico a seguir. Este modelo se fundamentaba en la subida de salarios, pero manteniéndose siempre por debajo de los niveles de producción. Gracias a las innumerables luchas de los distintos movimientos sociales (creación de sindicatos, manifestaciones y huelgas de trabajadores, sobre todo) se obtuvieron gran cantidad de derechos, pero el modelo capitalista no fue capaz de soportar estas subidas salariales demandadas por los trabajadores.

En la década de las setenta grandes crisis asolaron el panorama económico mundial. El encarecimiento del precio del petróleo produjo una gran crisis energética. Esto, unido a la crisis del sistema monetario Bretton Woods, que puso final al patrón oro, provocó una recesión mundial sin precedentes. El paradigma había cambiado y a principios de la década de los ochenta las nuevas políticas neoliberales (libre mercado, privatización de industrias…etc.) comenzaron a ganar peso en lo que se preveía como una gran contrarreforma.


Las nuevas caras visibles de la política ahora eran Margaret Thatcher en Inglaterra y Ronald Reegan en Estados Unidos. El Estado comenzaba a perder peso, así como lo hacían de la misma forma los trabajadores, quienes se encontraron con peores condiciones. Se privatizaron empresas públicas y se profundizó en la deslocalización, hubo una gran bajada de impuestos, recortes y venta de acciones gubernamentales, lo que provocó que las grandes multinacionales ganaran un poder descomunal fomentando la economía de mercado y acentuando, de la misma manera, la desigualdad social.


Detrás del Thatcherismo

               La escuela de Fisher ―con Friedmann y Hayek como ideólogos― sentó las bases de la contrarreforma neoliberal encabezada por Thatcher. Tanto es así, que miembros del propio instituto de Fisher realizaron discursos para la primera ministra británica y, en palabras de Milton Friedmann: “Hizo posible, no solo su elección como primera ministra, sino que hizo posibles las políticas que ella pudo implementar. Y lo mismo en este país: el pensamiento que se desarrolló en este sentido hizo posible a Ronald Reagan y las políticas que logró imponer”.

 

La Globalización de Atlas

               A raíz de la popularidad obtenida en la década de los ochenta, nuevas fundaciones liberales fueron creadas. Hayek crearía la sociedad Mont Pelerin con sus discípulos más afines. De esta saldrían nuevas fundaciones e institutos que, hoy en día, poseen una gran influencia en las altas esferas plutocráticas. Por ejemplo, Edwin J. Feulner ―uno de los miembros― ayudó a fundar Heritage Fundation y Edward H. Crane el Caton Institute, uno de los grupos de reflexión libertaria más influyente de todo Estados Unidos.


Las escuelas de pensamiento o think tanks habían adquirido una nueva dimensión. En 1985, tres años antes de la muerte de su fundador, la Red Atlas comenzó a expandirse por todo el mundo, desde Latinoamérica hasta Europa. Pero para acometer un proyecto de expansión tan ambicioso se necesitaba una multimillonaria inversión de capital. Ahí es cuando entran a escena las grandes multinacionales a las que le convenía que triunfase el discurso de los Fisher, Friedmann y Hayek. Según diversos medios como The Intercept, Público o el diario uruguayo Brecha, el Instituto Atlas habría estado subvencionado por empresas como Pfizer (farmacéutica), Shell (petróleo e hidrocarburos) y Procter & Gambler (bienes de consumo) entre otras, así como contando con el apoyo económico de políticos como el republicano Richard Mellon Scaife (también empresario multimillonario y dueño de medios de comunicación como Pittsburgh Tribune).

Todo esto se realizaba, obviamente, de manera soterrada para no dar muestra de ningún tipo de adoctrinamiento o manipulación intencionada. Esta era la clave para su triunfo: la percepción de imparcialidad.


Atlas como socio en cubierto de EE. UU

               Según el reportaje de Lee Fang para The Intercept, para 1986 se descubrió ―en un intercambio de cartas entre una pequeña oficina del gobierno Federal y Anthony Fisher― que Atlas había estado colaborando en secreto con el gobierno de los Estados Unidos y se había convertido en uno de sus mejores socios en cuanto a asuntos relativos a política exterior. Otros registros apuntaban también a que Atlas había ayudado a programar reuniones con altos ejecutivos de grandes empresas (como la filial de Coca-Cola en Panamá) con el fin de dirigir fondos estadounidenses hacia su red de think tanks.


La Fundación Nacional para la Democracia (NED), que es financiada en su mayoría por el gobierno de Estados Unidos, también ha estado fuertemente vinculada con Atlas Network llegando a recibir financiación de esta para sus redes de think tanks en el extranjero, según la investigación del periodista del diario El Público Julián Macías.

Y es que, la vinculación de esta red con el gobierno de Estados Unidos la podemos observar de forma más clara durante el gobierno del expresidente Donald Trump. La administración Trump estaba repleta de miembros de Atlas como Sebastián Gorka, asesor islámico de contraterrorismo de Trump. Judy Shelton, asesora económica del expresidente y miembro de Atlas Network ―a la que se unió en 2010― según confirma la propia organización, pasó a dirigir la NED tras la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos.

Donald Trump y Sebastián Gorka
Donald Trump y Sebastián Gorka

Influencia en Latinoamérica

               Atlas llega a Latinoamérica a principios de los noventa de manos de Alejandro Chafuen, el nuevo ‘hombre Atlas’. El encargado de tomar el relevo de la organización que se dedicaba a financiar redes de institutos de pensamiento liberal conservador por todo el mundo ―y en ese momento, sobre todo, por Latinoamérica― ahora, era argentino.


Importantes países del continente ya habían aplicado en su día políticas liberales que no fueron precisamente prolíficas. En Chile, con la llegada al poder del dictador Augusto Pinochet en 1973, se implementaron políticas basadas en la economía de mercado traídas por un equipo de tecnócratas desde Chicago. De hecho, Friedmann viajó en 1975 a Chile para reunirse con Pinochet y tratar la viabilidad del proyecto económico del país. En palabras de Friedmann, Chile ―en un contexto de régimen militar en el que no se respetaban las libertades y derechos individuales― fue sin lugar a duda “el mejor ejemplo de éxito en Latinoamérica”. Si bien es cierto que el PIB aumentaría de manera sostenida en los próximos años, lo haría a costa de que también lo hicieran los índices de desigualdad. Para 2019 en Chile el 1% de la población concentraba el 26,5% de la riqueza según La CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe).

Tras la caída de las dictaduras en el continente sobre la década de mediados de los ochenta y principios de los noventa, se comenzaron a asentar las ‘nuevas bases democráticas’. Los movimientos progresistas como el Peronismo en Argentina ganaron fuerza y se comenzaron a consolidar en el poder. La nueva Red Atlas y otros grupos de presión ―aterrados con la idea de que llegaría de nuevo el comunismo― como las fundaciones de los hermanos Koch (Heritage Fundation y Caton Institute) no podían dejar que la nueva izquierda latinoamericana se interpusiera en sus intereses. Para ello, las distintas fundaciones estadounidenses inyectaron grandes inversiones de dinero en sus filiales en Latinoamérica.


En Brasil, el gobierno progresista de Dilma Rousseff (Partido de los Trabajadores) caería en 2016 tras destaparse una trama de corrupción y malversación presupuestal del partido. De la misma forma, saldría Cristina Fernández de Kirchner en Argentina acusada de corrupción por delitos de administración fraudulenta durante sus doce años de vicepresidencia. En Honduras, Manuel Zelaya fue sacado de la residencia presidencial por los militares por incurrir en “reiteradas violaciones de la constitución”. A Brasil llegaría tres años más tarde del impeachment a Rousseff el ultraderechista Jair Bolsonaro. En Argentina, quien sustituiría a los Kirchner sería el mega empresario Mauricio Macri, mientras que, dos años más tarde (2018) Chile volvería a elegir al multimillonario Sebastián Piñera. ¿Casualidad?

Para nada. Según el reportaje de Lee Fang en The Intercept y diversos medios de comunicación, a lo largo de los años, Atlas y sus fundaciones asociadas estuvieron otorgando subvenciones a los think tanks de pensamiento liberal-conservador en Latinoamérica. Algo que desde la llegada de Chafuen aumentó. Apoyó al Movimiento Brasil Libre que nació en 2014 y se consideraba anti-Dilma Rousseff, también a la Fundación Pensar en Argentina que luego se fusionaría con el partido de Macri y a la Fundación Eleútera que surgió después del golpe en Honduras. Financió también a grupos que apoyaban las fuerzas de derecha en Venezuela y la campaña de Sebastián Piñera. En la actualidad, nuevas personalidades de la política como Javier Milei, Agustín Laje o el ex-presidente ecuatoriano Guillermo Lasso forman parte de la Atlas Network.



Milei encara ahora su segundo año de legislatura después de ser elegido presidente de de Argentina en las elecciones de noviembre de 2023. Sus propuestas desprenden un aire revolucionario que pretende acabar con la corrupción enraizada en su país, con un discurso marcadamente exacerbado y populista, realizando performances disfrazado de superhéroe y con unas ideas que mezclan el libertarismo económico con el conservadurismo social. Posicionándose en contra del aborto o el colectivo LGTB, a la vez que postulándose en favor, por ejemplo, de la venta de órganos. Trata de imponer un sistema anarcocapitalista en el que todo vale si se puede mercantilizar. Nos ha dejado frases tan célebres como “Entre la mafia y el Estado prefiero la mafia. La mafia tiene códigos. No miente. Compite” o “La venta de órganos es un mercado más”.


Auge en Europa

               Existe una especie de red Internacional reaccionaria que ha ido tejiendo sus hilos y conexiones a través de todo el mundo ―Europa también― como si de una tela de araña se tratase.


Bruselas se ha convertido en el escenario donde estos actores de moda en la cartelera internacional se reúnen para tratar la deriva de sus propios países y del continente. Pese a ello, estos partidos de extrema derecha nunca han realizado una candidatura única y conjunta al parlamento europeo, de momento. Existen dos grupos: Identidad y Democracia (ID), liderado por Marco Zanni ―sucesor de Salvini en La Liga― y Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) ―del que VOX es miembro― liderado por Giorgia Meloni, líder de Fratelli d'Italia y presidenta del país. ID (65) y ECR (64) sumarían juntos 129 diputados de los 705 en el parlamento europeo, situándose como tercera fuerza solo por detrás de los populares (EPP) y los socialdemócratas (S&D). Esta unión de momento no ha sucedido, pero está más cerca que nuca. Pese a sus diferencias, sus ideas comparten denominador común en varias cuestiones como la política antiinmigración, la bajada generalizada de impuestos, la privatización de sectores estratégicos, políticas contra la diversidad sexual y el feminismo o la reafirmación de los principios nacionalistas de soberanía.


Los dos partidos más ultramontanos del parlamento europeo han tenido distintos acercamientos y sus relaciones son positivas. En 2021 firmarían junto con Fidesz una declaración conjunta por una Europa que promulgase los valores de ‘la soberanía, la libertad y la tradición’. Un año después, se volverían a reunir en una cumbre celebrada en Madrid en la que se propuso crear una oficina de coordinación dirigida a la cooperación y la unidad para la connivencia en el parlamento europeo. En esta reunión participaron caras visibles de la derecha europea como Marine Le Pen, Abascal, Salvini, Melonni, Morawiecki o el estonio Martin Helme. Su unidad y proximidad ideológica hacen pensar que una candidatura conjunta está más cerca que nunca.


¿Y cuáles son los institutos de pensamiento que están detrás de estas nuevas ―o más bien viejas― ideas de una Europa cristiana, conservadora y liberal? Como decíamos, todo este sistema tan sumamente opaco se sustenta por redes tejidas entre pequeñas asociaciones que cooperan y mediante las cuales sus miembros colaboran entre sí.

Uno de los espacios favoritos para el desarrollo de proyectos en común ―establecer contactos y recibir financiación entre el establishment reaccionario― es La Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) cuyos tentáculos también tienen influencia en Asia, Latinoamérica y Australia. La CPAC fue fundada por el lobby ultraconservador más antiguo de todo Estados Unidos: Jóvenes Estadounidenses por la Libertad. Los eventos de la CPAC son coordinados por más de 100 organizaciones entre las que se encuentran La Asociación Nacional del Rifle o la revista Human Events. A estas conferencias acuden todo tipo de personalidades de la escena conservadora mundial en lo que podríamos considerar ‘Los Oscar’ de la política tradicional.


Otra de las organizaciones con mayor relevancia en Europa es la Fundación Edmund Burke (2019) relacionada con sectores ultraconservadores israelíes y estadounidenses. ¿Recuerdan cuando Santiago Abascal no acudió a la primera investidura en el parlamento de su partido? ―tema que en su momento fue voxpopuli― Pues fue para acudir a la Conferencia Nacional de Conservadurismo, celebrada en 2020 en Roma, y adivinen por qué fundación fue organizada. Exacto, la Fundación Burke. Esto puede ser visto como algo meramente anecdótico, pero sirve para ilustrar lo interconectadas que están las fundaciones, lobbies y centros de pensamiento ―que actúan en la sombra― con la esfera política.

Como en todo entramado, siempre hay un centro de operaciones. En este caso, lo situamos entre Varsovia y Budapest. Una de las iniciativas para la difusión de estas ideas ha sido la creación de una nueva universidad: el Colegio Intermarium, promovido por el think tank ultracatólico Ordo Iuris, fuertemente vinculado al Kremlin. Una de las caras que acudieron a la inauguración de este nuevo centro les sonará: Alejandro Chafuen, el hombre Atlas.


En España. Las conexiones entre Hazte Oír, Vox y El Yunque

               En España una de las fundaciones ultraconservadoras con más peso es Hazte Oír, fundada en 2001 por Ignacio Arsuaga, sobrino de Rodrigo Rato. Esta organización ha ido poco a poco ganando popularidad entre los españoles gracias a su poder económico, pero también gracias a sus polémicas. Una de las más sonadas ocurrió en febrero de 2017, cuando un autobús de Hazte Oír recorrió las calles de Madrid con la frase: Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Que no te engañen. Si naces hombre, eres hombre. Si naces mujer, seguirás siéndolo. El autobús fue inmovilizado por la policía a las pocas horas ya que el Ayuntamiento consideró estos mensajes ‘discriminatorios’. Esta polémica surge tras la creación en 2013 de CitizenGo, el ‘gran proyecto’ de Arsuaga.

Santiago Abascal en la entrega de premios Hazte Oír (2012)
Santiago Abascal en la entrega de premios Hazte Oír (2012)

En mayo de 2013 el ministro del Interior Jorge Fernández Díaz (PP) declaró Hazte Oír como una ‘asociación de utilidad pública’ lo que le otorgaba una amplia serie de beneficios fiscales y económicos, así como asistencia jurídica gratuita. Las arcas de este lobby engrosaban sus cifras cada vez más. En 2017 sería cuando llegaría su mayor escándalo: la web independiente experta en filtraciones WikiLeaks, junto con la colaboración de distintos medios internacionales, publicó un artículo llamado La red de la intolerancia en el que se filtraban más 17.000 documentos pertenecientes a la organización de Ignacio Arsuaga. Entre estos documentos encontramos los nombres de los grandes donantes de este lobby: Esther Koplowitz (FCC), Isidoro Álvarez (El Corte Inglés) o Juan Miguel Villar-Mir (OHL) eran algunos de ellos, con jugosas cifras que iban desde los 5.000 hasta los 10.000 euros. A partir de la dotación que recibieron en 2013 por parte del ministro Fernández Díaz, es sorprendente como las cifras en donaciones llegaron a ascender hasta los 17 millones de euros, casi tan sorprendente como cuando a partir también de estas mismas filtraciones se descubrió que el propio Arsuaga se había puesto en contacto (mediante una carta fechada también en 2013) con el oligarca ruso ―muy cercano al régimen de Vladimir Putin― Konstantín Malófeyev para solicitarle una donación de 100.000 euros con el objetivo de financiar su gran proyecto: CitizenGo.


Pero la gran polémica de la organización de Arsuaga no solo viene de su ilícita financiación de manos de grandes empresarios y oligarcas del Kremlin, va más allá. Y es que, en 2012, el diario español El Confidencial tuvo acceso a una serie de documentos compartidos por el Cardenal Rouco Varela en el que se relacionaba a Hazte Oír con la sociedad secreta mexicana conocida como El Yunque.

Pero ¿qué es El Yunque? Fundada en 1953 en Puebla (México), su fin es “imponer el reinado de Cristo en la sociedad por cualquier medio”. El Yunque actúa en la sombra y se basa en tres pilares: primordialidad, tienen que dejar su vida por Cristo; reserva, no pueden hablar en público de la organización; y disciplina, para llevar una vida estructurada y ejecutar entrenamientos físicos. Así lo expone Georgina Zerega, reportera de El País en su reportaje Tortura y abuso psicológico: cómo funciona El Yunque, la organización secreta de ultraderecha.

En los documentos compartidos por el cardenal de la diócesis de Madrid se muestra como esta secta realizaba tareas de ocultación, acoso y presión sobre sectores influyentes de la política. Además, estos aseguraban que uno de los sistemas más frecuentes era el de la creación de distintas asociaciones e iniciativas abiertas que actuaban como grupúsculos de presión. Ponía de ejemplo a tres: Hazte Oír, el Instituto de Política Familiar o Profesionales por la Ética. Todo esto fue amparado por una sentencia judicial que asegura que existía una relación directa entre la secta mexicana y el lobby integrista católico de Arsuaga.


El auge de Vox se produjo justamente en esta época, lo que no es casualidad. El historiador y autor del libro El Yunque en España, Santiago Mata, llegó a asegurar en una entrevista en el periódico El Mundo que “El Yunque apoyó y puso en órbita a Abascal. Vox quería ser un partido liberal, pero se convirtió en otra sociedad secreta”. Además “Abascal nunca habría sido presidente de Vox sin El Yunque” aseguró el propio Mata. Por si no fuera poco, en 2019 una investigación de la ONG estadounidense Avaaz, reveló que Santiago Ribas (asesor de Rocío Monasterio) y José Manuel Menéndez (asistente de relaciones institucionales de Vox) habían realizado tareas de captación de jóvenes para esta organización secreta mediante fundaciones ‘tapadera’. De esta manera se establecen las relaciones entre las sociedades secretas, los lobbies e institutos de pensamiento y la clase política dirigente. De esta manera inundan las calles las ideas del poder.


Atlas Network y los ‘Papeles Pandora’

               El 3 de octubre de 2021, tras una investigación del ICIJ (Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación), se dio la filtración de 11,9 millones de documentos con datos de personalidades con sociedades offshore. Este acontecimiento se convirtió en uno de los mayores hitos del periodismo de investigación superando a los famosos ‘Papeles de Panamá’ en lo que se conoció como ‘Papeles de Pandora’.

Políticos, empresarios y nombres de gran influencia se encontraban en estos documentos, entre ellos, muchos pertenecientes a la red Atlas Network. El primero ―y más sonado seguramente― en salir a la palestra fue el escritor, político y presidente de la Fundación para la Libertad (asociada a Atlas) Mario Vargas Llosa, quien figuró como titular de la sociedad offshore Melek Investing entre 2015 y 2017. Los ya mencionados expresidentes de Ecuador y Chile, Guillermo Lasso y Sebastián Piñera (ambos vinculados a Atlas) también aparecerían en esta lista, así como el expresidente argentino Mauricio Macri o el expresidente español José María Aznar. Aunque la vinculación más directa de Atlas Network con los Pandora viene de la mano de su director del Centro para América Latina Roberto Salinas León.


Las empresas detrás de los lobbies

               Que el dinero mueve el mundo, compra voluntades y moldea a su antojo el destino, es una realidad. Quien tiene el verde posee el poder. Por eso son tan peligrosos estos grupos, porque mediante el dinero pueden hacer que pensemos aquello que les haga aún más ricos.


Hay que especificar que son dos las redes de investigación en materia de institutos de pensamiento: La conocida Atlas Network y las del grupo de los hermanos Koch.

¿Por qué una empresa tabacalera como Philip Morris le habría donado 475.000 dólares en 1995 a la Red Atlas? Por altruismo no. Según una investigación del diario inglés The Guardian, se reveló que más de una quinta parte de las organizaciones que pertenecen a Atlas Network aceptaron donaciones de esta industria. El gigante de los combustibles fósiles ExxonMobil habría donado más de 1 millón de dólares a esta organización desde 1998. Como tampoco es coincidencia que, según informa DeSmog, Atlas aumentase sus donaciones a think tanks europeos entre 2015 y 2016 pasando de 340.000 dólares el primer año a casi 2 millones al año siguiente, justo coincidiendo con el referéndum del Brexit.

Los hermanos Koch no se quedan cortos, ni mucho menos. Koch Industries es una de las mayores compañías energéticas de carácter privado. Charles y David son unas de las grandes fortunas que financian grupos de pensamiento a lo largo del globo con un capital explotado de la industria petrolífera. Los Koch, han realizado donaciones a Atlas de más de 100.000 dólares, así como también han financiado fundaciones ya antes mencionadas como la Heritage fundation o el Caton Institute. Todas estas fundaciones comparten algo en común: se encargan de destilar las ideas del negacionismo del cambio climático mediante campañas con dinero proveniente de estas mismas industrias (tabacaleras, combustibles, energéticas…) con el fin de que sus corporaciones no se vean damnificadas por un ecologismo que puede generarles pérdidas millonarias.

Redes como Atlas han sido capturadas por las grandes corporaciones privadas que mueven el mundo. Ellos los financian y los think tanks actúan. Son el brazo ejecutor del poder, los encargados de que su discurso llegue al pueblo para, únicamente ―y como siempre en estos casos― mantener su dominio total.

Un rey hará todo lo que esté en su mano por no perder la corona, pero no nos creamos las mentiras de sus lacayos.

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