Alemania gira a la derecha con los ultras en la cocina
- Pablo Xurde Merino
- 26 feb
- 4 Min. de lectura
Las elecciones alemanas ratifican la polarización que está sufriendo Europa y lleva a la ultraderecha a un histórico segundo puesto con la migración y la recesión económica como temas principales

La socialdemocracia europea está en crisis y Alemania es un ejemplo paradigmático. Tras las elecciones generales del pasado fin de semana, 23 de febrero, que han sido históricas con una participación del 84%; la más alta desde la reunificación del país en 1990, el Bundestag ha quedado dividido. El partido conservador de Friedrich Merz, Unión Cristiana Democrática (CDU) ha quedado en primer lugar con un 29% de los sufragios, mientras que la ultraderecha de Alternativa por Alemania (AfD) consigue un hito con un segundo puesto y cerca del 20% de los votos, con Alice Weidel como cabeza de lista. Sin embargo, Merz ha anunciado que se niega a pactar con los ultras y abre la puerta a una nueva alianza de gobierno de centro.
Los comicios han quedado marcados por la cuestión migratoria y la crisis económica que atraviesa la que hasta ahora ha sido una de las principales potencias a nivel continental y también una de las referencias en cuanto a las democracias liberales desde 1945. Como viene siendo costumbre desde la reunificación de Alemania en una república federal, los resultados son eminentemente dispares entre los territorios de la antigua RDA y la RFA. De hecho, en el este, salvo en Berlín y Postdam, AfD ha sido la fuerza más votada en todos los municipios. Una cuestión reveladora, aunque los ultraderechistas han salido también de su feudo del este del país y han permeado tanto capas sociales como territoriales que en anteriores realidades electorales se habían mantenido impermeables. El paraguas ha dejado de funcionar, tal vez porque la lluvia se ha convertido en granizo y la tela se lleva años desgastando sin ningún tipo de reparación efectiva; sólo parches.
El presente ciclo electoral parece haber resucitado también a las corporaciones de la izquierda alemana, Die Linke, que recupera posiciones tras las pasadas elecciones nacionales y alcanza un 8,5% de los votos. Los miembros del ejecutivo que sale del gobierno, tanto los socialdemócratas del SPD, liderado por Olaf Scholz, como los Verdes, -ecologistas de izquierda- han recibido un batacazo en estos comicios, castigados por el lastre del pasado ejecutivo y sufrientes de la cuestión migratoria y la recesión económica del país. Los socialistas caen al 16,5% y los ecologistas salvan los muebles con doce puntos porcentuales. Todo ello concluye en un estado de ánimo social de pesimismo. En el otro extremo del espectro político, la formación ‘Izquierda Conservadora’ (BSW), se quedó a tres centésimas del 5% necesario para entrar en el parlamento.
Entre los resultados destaca la participación de la población joven, entre 18 y 30 años, y la polarización de la misma. Aproximadamente el 40% no votó, el 25% lo hizo a Die Linke y el 20% por Alternativa por Alemania. Estos números demuestran la desafección política de las nuevas generaciones de alemanes, que va en la línea de la dinámica europea e internacional.
¿Y ahora, qué queda?
En cuanto a la formación de gobierno, el que será canciller de la República federal ha anunciado que no pactará con Alternativa por Alemania y ha iniciado conversaciones con los socialdemócratas para construir un nuevo gobierno que se sitúe entre el centro y la derecha del espectro político. Para formar un gobierno estable, necesita una coalición que le otorgue la mayoría en el Bundestag. La opción más probable es una "gran coalición" con los Socialdemócratas (SPD), que obtuvieron 120 escaños, sumando un total de 328 escaños, superando los 315 necesarios para la mayoría absoluta. Sin embargo, las negociaciones se presentan desafiantes debido a la desconfianza del SPD hacia Merz, percibido como impulsivo y con poca experiencia en negociaciones de coalición. Además, existen diferencias en políticas clave como inmigración, fiscalidad y defensa. A pesar de estos obstáculos, ambas partes reconocen la necesidad de formar un gobierno antes de Semana Santa para abordar los desafíos económicos y diplomáticos que enfrenta Alemania. En este sentido, el bloque conservador de Merz, junto con el canciller en funciones Olaf Scholz, pretende pactar de forma express para aprobar un presupuesto extraordinario antes de que, en cuatro semanas, se conforme el nuevo Bundestag y abordar así el gasto militar previo a la llegada de la ultraderecha al parlamento.
Sería muy fácil decir que Alemania retorna a la década de 1930 y que el fascismo está en la puerta de los principales parlamentos europeos, pero tampoco sería del todo correcto. Y es que a la hora de buscar respuestas se debe ir más allá, sobre todo a la hora de hacerse preguntas. ¿Qué ha permitido el auge de las ultraderechas?, ¿qué ocurre con las idealmente perfectas democracias europeas? Aquí sí podríamos decir que el fascismo surge como respuesta ante la crisis del sistema capitalista, que a día de hoy es más que patente incluso en la que en las últimas décadas ha sido la democracias validadora del sistema europeo. Nada más lejos de la realidad. En cuanto al paralelismo con el siglo anterior, lo cierto es que las políticas de apaciguamiento no resultaron efectivas, como tampoco lo son ahora.
Comments