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Europa responde a los tambores imperialistas

La Unión Europea ha apostado por un rearme dentro de sus fronteras para hacer frente a un más que posible conflicto en suelo de los comunes a medio plazo. La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen ha asegurado que "estamos en una época de rearme". La suma a la que asciende el llamado plan ReArm Europe asciende a los 800.000 millones de euros para gastar en los próximos años y construir una industria militar que sea capaz de hacer frente, principalmente, a la estadounidense y la rusa.

Es verdad que la inversión armamentística lleva en auge desde 2022, con el comienzo de la Guerra en Ucrania y el compromiso por parte de los miembros de la OTAN de llegar al 2% del PIB en gasto militar, pero estados como el español siguen lejos del objetivo planteado y ahora se aprietan los cinturones para llegar a la autonomía militar ansiada por la Unión. El Informe Draghi, realizado por el expresidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, uno de los problemas que acecha al futuro de la economía europea es la creación de un balance militar-industrial. En este sentido, según los últimos datos del Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), las importaciones armamentísticas de los Estados europeos entre 2020 y 2024 fueron un 155% mayores a las del periodo de 2015 a 2019. Entre los miembros europeos de la OTAN, la media del incremento es del triple, destacando las compras a EEUU, que ascendieron del 52 al 64%.


Un nuevo marco para la industria militar

Además de los tres años de guerra imperialista en Ucrania, las tensiones generadas por el regreso de la Administración Trump a la Casa Blanca conlleva un claro alejamiento entre Washington y Bruselas. El nuevo plan empuja al grueso de los estados occidentales a impulsar su industria armamentística nacional, en detrimento, como es lógico, de la financiación de políticas sociales o industrias de primera necesidad. Ahora es momento para decir que no habrá recortes en educación ni en salud con motivo de esta militarización, pero lo cierto es que quienes más sufrirán, como siempre, los estragos de una crisis o restructuración de fondos presupuestarios son las clases populares. Igual que sufren las guerras, las danas y las crisis en general. Y en estos momentos, en los que los Estados de Bienestar europeos ponen a punto sus tanques y escudos, no tiene por qué ser diferente.


¿Una única salida?

Si echamos la vista atrás a la última gran remilitarización europea, la de los años 30 y 40 del siglo XX, hay algunas claves que explican posibles salidas y futuros. Por un lado, el desarrollo de una industria armamentística potente necesita el uso de las propias armas. Actualmente el frente es obvio: Ucrania. Pero también lo puede ser Oriente Próximo y, por qué no, el sur de Europa a corto plazo. Por otro, la construcción de un músculo militar a tal escala, en caso de no encontrar salida de facto, constituirá una nueva crisis de sobreproducción. Además, ¿qué hay de los famosos Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030? ¿serán los tanques eléctricos? ¿o quizás lo sean las bombas? El Cambio Climático ya no importa; porque "estamos en una época de rearme", como bien se encargan de recordar desde los despachos de Bruselas.


Así, los futuros de esta nueva oleada de militarización autónoma en terreno europeo pasan por exportar las armas, usarlas o hundirse con ellas en un océano de miles de millones de euros. Así funciona el imperialismo moderno como brazo armado del capitalismo en el siglo XXI. Se vende un ideal de desarrollo y capitalismo verde con una mano y con la otra se financian armas y guerras por todo el mundo. Veremos si los tambores vuelven o no a suelo europeo; de momento, han regesado las fraguas.

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