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'Acceso no autorizado': un intento por resistir a la inercia

Cuando todo intento por cambiar las cosas es frenado, enterrado por el ciclo de la política, pocas opciones quedan más allá de ceder. Tal vez, y solo tal vez, resistir sea para la mayoría la única manera de sobrevivir en las entrañas de un sistema fosilizado y atrofiado por la falta de movimiento. Belén Gopegui (Madrid, 1963) habla con una literatura magistral sobre las limitaciones del reformismo político en una novela que, trece años después de su publicación, mantiene vivos muchos de sus significados.



En Acceso no autorizado, Gopegui construye un texto a través de una superposición magistral de escenas entre las que destaca la relación virtual que la protagonista Julia Montes, vicepresidenta de España, establece con un hacker que, por error, ha accedido a su  ordenador privado. Él es ‘la flecha’. Ella ‘la vice’. A lo largo de 316 páginas, la autora retrata las barreras de un sistema en el que nadie pinta nada porque todo está escrito y supeditado a un equilibrio económico que prima por encima de los valores y voluntades políticas. 


“…nos saludamos entre nosotros, sonreímos, nuestra presencia afirma que estamos satisfechos con las cartas recibidas, que estas reglas de juego nos parecen bien; llegado el momento, mataríamos, sí, mataríamos, pero no para cambiarlas sino para que todo siga como ahora, aunque sepamos y, no podemos negarlo, lo sabemos, que bastaría un empujón para mandarnos al abismo de los desatendidos, los sospechosos, los tristes, los que no tienen horizonte. Esperamos morir sin que eso ocurra, y nos llamarán socialdemócratas y sonreiremos, y nos parecerá bien”. (p.263)

Gopegui deja otra cita de la que se pueden sacar muchas conclusiones a día de hoy:


“¿No es revelador que el único gesto verdaderamente significativo de un político occidental, el único momento en que parece mostrarse como individuo que se atiene a unos principios y no fluye en la corriente, sea la dimisión? ¿No dice esto que el rechazo sería el único espacio para el factor humano en nuestras democracias?”. (p. 313)
Libro 'Acceso no autorizado'

En referencia al individualismo social, Gopegui emplea la frase "cada uno en su terminal", dada en la conversación entre ‘la vice’ y ‘la flecha’. De ella se desprende una idea muy criticada en los últimos tiempos y que cada vez va a más: la desconexión y el aislamiento que experimentan las personas en la sociedad actual, con germen en la era digital. La idea de estar en "terminales" sugiere que, a pesar de las constantes conexiones tecnológicas, cada individuo se encuentra y se desarrolla en su propio espacio, enfrentándose a sus propias realidades y problemas. Las interacciones humanas son cada vez más pobres y superficiales. No es ningún secreto a día de hoy que a la vez que vivimos más conectados, también estamos más incomunicados que nunca. 


La comunidad hacker y los contrapoderes tecnológicos juegan también un papel importante en la novela. El lector empatiza con el grupo de personas que tratan de luchar contra aquellos que manejan, en el caso del texto, una red de teléfonos sombra a nivel nacional. Son grandes poderes económicos que ejercen presión sobre los gobiernos aprovechándose de unos frikis de ordenador que sobreviven noches enteras delante de una pantalla, una especie de David contra Goliat en el que nadie resulta ganador. Sin embargo, los hackers representan de alguna manera una resistencia y una luz al final del oscuro túnel en que se ha convertido la sociedad. Una sociedad que, como hemos visto, no cambiará por las buenas.


Belén Gopegui

La novela es en este sentido audaz y plantea las posibilidades de cambio en el plano físico, aunque parcialmente, que da el mundo digital. Por supuesto, un mundo lleno de riesgos, pero que puede llegar a ser más que mera resistencia a la inercia que mueve de manera casi total a la sociedad. 

–¿Merece la pena acceder a donde no se está autorizado? –Depende de lo que quieras conseguir.

Entre resistir, resignarse y luchar hay abismos intermedios entre los que perderse es más fácil de lo que parece. Cada uno debe saber hasta dónde quiere llegar, qué está dispuesto a hacer por aquello que le parece correcto.


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