El Día de los Inocentes: La tragedia bíblica que se convirtió en tradición popular
- Irene Barrado García

- 28 dic 2024
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 28 dic 2024

¿Alguna vez te has preguntado por qué se celebra este día? La respuesta está detrás de un capítulo mucho más grotesco que las bromas televisivas
El 28 de diciembre, en plena estación invernal del hemisferio norte o en el calor de la época estival en el sur, miles de personas muestran una sonrisa dulce en sus caras. En todas las zonas del mundo hispanohablante, el día de hoy se convierte en chistes, carcajadas y falsedades piadosas que provocan la sorpresa y la risa en aquellos que las reciben o las preparan. Sin embargo, tras este día aparentemente lleno de alegría y sencillez, se esconde una raíz mucho más sombría, que vincula con una de las tragedias más angustiosas de la historia cristiana. Lo que actualmente es una celebración recreativa, un lugar para el juego y la colaboración grupal, se originó en un episodio bíblico de terror y sacrificio: La matanza de los inocentes.
La esencia histórica del Día de los Inocentes radica en un suceso relatado en el Evangelio de Mateo. De acuerdo con la Biblia, el monarca Herodes, al conocer el nacimiento del niño Jesús, temió que su aparición ponía en peligro su autoridad y su trono, pues Jesús ya era conocido como el rey de los judíos. Para eliminar a la posible amenaza, ordenó el asesinato de todos los niños menores de dos años en Belén, con el objetivo de eliminar al Mesías venidero. Este suceso, denominado la "Matanza de los Inocentes", representa la crudeza del poder supremo y el padecimiento de los más vulnerables. A pesar de que esta tragedia no se conmemora de manera solemnizada, el 28 de diciembre es recordado en el calendario cristiano como un día de reflexión acerca de la injusticia y la inocencia perdida.

Pero, ¿cómo puede ser que un día donde se asesinaron bebés se convirtiese en una oportunidad para gastar bromas?
No obstante, con el transcurso de los siglos, la memoria religiosa de este evento fue sufriendo una serie de cambios. En la época medieval, el Día de los Inocentes tomó un carácter más festivo. En su esfuerzo por preservar una sociedad ordenada y estricta, la Iglesia concedió ciertas excepciones en este día, al conceder a los plebeyos el privilegio de desempeñar el papel de los nobles. Este tipo de "juegos de inversión de roles" representaba una manera de desafiar las jerarquías sociales, un gesto simbólico de rebeldía que permitía que, al menos durante un día, los que normalmente se situaban en la base de la pirámide social pudieran hacer mofa de los que se encontraban en la cúspide.
La mezcla de la tragedia de la Biblia y la transformación de los roles sociales produjo una especie de doble interpretación en este día: por un lado, se recordaba el homicidio de los niños como un eco de los horrores históricos, y por otro, se festejaba la oportunidad de violar las reglas sociales y eclesiásticas. Con el transcurso de los siglos, no obstante, la celebración empezó a distanciarse de sus orígenes más sacros. La intensa carga simbólica y el tono sombrío de la matanza se fueron desvaneciendo, mientras el día adoptó una naturaleza más recreativa y popular.
En múltiples aspectos, esta celebración destaca la habilidad humana para convertir incluso los sucesos más angustiosos en una oportunidad para la capacidad de resistencia colectiva. Aunque la Matanza de los Inocentes representó un acto de brutalidad y dolor, la tradición que ha emergido de ella es, en su mayoría, una manifestación de la búsqueda humana de hallar la sencillez en medio del dolor. El chiste, como instrumento de protección frente a lo trágico, se transforma en un medio para la liberación de tensiones y un recordatorio de que la vida, a pesar de ser frecuentemente dolorosa, también posee instantes para la alegría y el asombro.




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